La salida de
excursión a Sóller fue abrir el tarro de las esencias. Estuve en armonía con mi
familia de La Nostra Veu .
Subimos en el
romántico tren de madera y paladeamos el paisaje durante el trayecto.
Fue llegar al
puerto e inspirar la brisa marina, pasear tranquilamente, sin prisas, palpando
cada huella en la arena.
El corazón me
palpitaba de fragante energía, mientras las palmeras bailaban dulcemente y la
brisa marina acariciaba mi piel.
Qué espléndida
dualidad, el paisaje del mar y el placer de masticar las palabras.
El viaje a
Sóller fue como si la vida me sonriera.
Una partitura de
bellas emociones.
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